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Cuentos sobre nubes y tecnología

03/2013

nuvol

Al principio de los tiempos fue el enorme “cerebro electrónico”, aquel pesado artefacto amigo sólo de la aristocracia de los informáticos, aquellos hombres y mujeres que únicamente ellos sabían entenderlo y como adorarlo. Apareció el pequeño PC, y entonces la informática se hizo un poco más sencilla y amigable. Luego, Internet, nos introdujo en la era digital de la “Gran Red Universal”. Y se socializó la información.

Parecía como si todo hubiera acabado, llegado a un fin imposible de superar; pero también en este caso, la realidad superó la ficción. Nos dimos cuenta de que tanto los programas y la información de nuestro correo privado o empresarial, como la información de las redes sociales o los blogs, no residían físicamente en los discos duros de nuestros ordenadores, y que sin embargo, lo teníamos todo disponible en cualquier tiempo y lugar desde dispositivos conectados a Internet, tanto desde nuestro portátil, como desde el móvil o la tablet  ¡Estaba en las nubes, todo estaba en el cloud!

Las empresas se hicieron eco de estos adelantos técnicos y decidieron también acomodarse rápida y gradualmente en las nubes. Antiguamente tenían que comprar sofisticados dispositivos y programas empresariales para gestionar sus empresas, pero el cloud les proporcionó flexibilidad de uso, facilidad en el pago del servicio, disponibilidad casi absoluta y una mayor productividad.

Entonces percibieron también la ventaja de que no era necesario comprar software, sólo tenían que usarlo y pagarlo periódicamente se gún sus necesidades y sólo mientras ellos lo desearan, olvidándose de las nuevas versiones y actualizaciones casi siempre incómodas y caras. Algunas empresas de informática apostaron desde un principio por este nuevo imaginario, mostrándose orgullosas de haber difundido y ayudado a sus clientes a sacar provecho de la nueva forma de ver y de entender los negocios. Aquellos empresarios y particulares que intuyeron la buena nueva de la informática y se subieron a las nubes, se sintieron satisfechos y preparados para afrontar más fácilmente los retos de la nueva era de la información.

Y todos fueron felices.

Arturo Gradolí. Març de 2012.

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