Adam Smith y la Educación para Todos
06/2014
Adam Smith (1723-1790), conocido como el padre del “capitalismo”, aunque él nunca utilizó ese término, es desde mi punto de vista, un precursor de «Educación para todos” propugnada por la UNESCO, así como de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Responsabilidad Social Empresarial ( RSE / RSC ).
La visión tradicional del filósofo escocés, amparada en unas pocas frases de sus libros, entre miles de ellas, así como interpretaciones que han podido caer dentro de un error-categorial ryleano, ha sido utilizada, quizás inadvertidamente, para desvalorizar toda su extensa aportación filosófica, económica y política. Sus libros están incluidos en el índice de libros prohibidos por la Iglesia Católica en su “Index librorum prohibitorum et expurgatorum”, y sus ideas genuinas han sido distorsionadas a la opinión pública general, tal como ocurrió con el legado de Nietzsche un siglo después.
En Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (1776), afirma que la eficiencia o productividad en el trabajo que proporciona más riqueza, se debe fundamentalmente a dos razones: primera, a la división del trabajo que procura un aumento en la destreza de todo trabajador individual, y al ahorro del tiempo que normalmente pierde un operario al pasar de un tipo de tarea a otro, y segunda, a la intervención de un gran número de máquinas que facilitan y abrevian la labor y permiten que un hombre haga el trabajo de muchos.
Esa mayor productividad subraya Smith, no es debida mayormente al talento natural o innato de las personas, sino al efecto de la división del trabajo, porque la diferencia entre dos personas totalmente distintas, como por ejemplo un filósofo y un vulgar mozo de cuerda, parece surgir no tanto de la naturaleza como del hábito, la costumbre y la educación.
Habría que recordar que en el siglo XVIII el analfabetismo era generalizado entre las clases menos privilegiadas y, Smith relaciona el trabajo con la formación, porque la división del trabajo acarrea problemas, y apunta:
«Un hombre dedica toda su vida a ejecutar unas pocas operaciones sencillas, cuyos efectos son quizás siempre o casi siempre los mismos, no tiene ocasión de ejercitar su inteligencia o movilizar su inventiva para descubrir formas de eludir dificultades que nunca enfrenta. Por ello pierde naturalmente el hábito de ejercitarlas y en general se vuelve tan estúpido e ignorante como pueda volverse una criatura humana»
De esta forma, dice, parece que su destreza en su propio oficio es adquirida a expensas de sus virtudes intelectuales, sociales y marciales. De ahí que abogue por una atención del Estado cuando dice que la educación del pueblo llano requiere quizás más la atención del Estado en una sociedad civilizada y comercial que la de las personas de rango y fortuna. Sobre las partes más fundamentales de la educación señala lo siguiente:
«Pero aunque el pueblo llano en una sociedad civilizada no pueda tener tanta educación como la gente de rango y fortuna, las partes más fundamentales de la educación –leer, escribir y contar– pueden ser adquiridas en una etapa tan temprana de la vida que la mayoría de quienes se dedican a las ocupaciones más modestas tienen tiempo de aprenderlas antes de poder ser empleadas en esas ocupaciones»
Y además que «con un gasto muy pequeño, el estado puede facilitar, estimular e incluso imponer sobre la gran masa del pueblo la necesidad de adquirir esos elementos esenciales de la educación». Incluso, osa decir en aquel contexto histórico, que habría que obligar a casi todo el pueblo a conocer esa educación estableciendo un examen obligatorio para poder ingresar en una corporación o ejercer un oficio. No puede ser más revolucionario en este sentido, considerando que nos encontramos ocho años antes de que Kant publicara su ensayo sobre ¿Qué es la Ilustración?, cuando Smith afirma que:
«Cuando más instruida está la gente menos es engañada por los espejismos del fanatismo y la superstición, que con frecuencia dan lugar a terribles perturbaciones entre las naciones ignorantes. Un pueblo educado e inteligente, además, siempre es más decente y ordenado que uno ignorante y estúpido»
Principios que son muy improbables que nadie antes de Smith los hubiese proclamado tan abiertamente, aunque no tengo datos fehacientes para confirmarlo. Lo importante es que propugna el estudio de la filosofía y de las ciencias, como gran antídoto contra el “veneno” del fanatismo y la superstición, ya que éstos eran un tema candente y muy asumido en general tanto por doctos y cultos como por ignorantes en el siglo XVIII, sobre todo en la primera mitad. La excepción eran los libres pensadores como Smith y Hume.
El escocés aboga por una educación básica obligatoria que permita a todos obtener las competencias de leer, escribir y contar, siendo, según mi opinión, un precursor de «Educación para todos” propugnada por la UNESCO en la Conferencia de Jomtien (Tailandia) de 1990. Un informe preparado por la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI (La educación encierra un tesoro. UNESCO 1996) dice así:
«Requisito válido para todos los países pero según modalidades y con contenidos diferentes: el fortalecimiento de la educación básica; de ahí que se ponga el acento en la enseñanza primaria y en sus clásicos aprendizajes de base, es decir, leer, escribir y calcular, pero también en saber expresarse en un lenguaje propio para el diálogo y la comprensión»
Leer tesis completa: Tesis sobre ADAM SMITH y su relación con la RSE
Juny 2015