Explorando el futuro en un metaverso inteligente
01/2024
Hace una década que compartí unas reflexiones sobre el futuro de la inteligencia artificial y sus posibles implicaciones éticas. En aquel entonces, imaginé un mundo en el que la inteligencia artificial alcanzaría un nivel de desarrollo tan avanzado que sería indistinguible de la inteligencia biológica humana.
Planteé la posibilidad de que las personas pudieran establecer conexiones emocionales significativas con entidades no biológicas inteligentes. En mi escrito, me preguntaba si podríamos adaptarnos a ese tipo de experiencias y si sería aceptable para la sociedad en general. Mi evaluación giraba en torno a la idea de que, excepto a las necesidades fisiológicas como dormir y comer, los humanos somos animales de costumbres capaces de adaptarnos a circunstancias muy diversas.
Recientemente, volví a ver la película ‘Her’ de Spike Jonze, cuya trama presenta la historia de Theodore, un hombre solitario que establece una relación romántica con Samantha, la voz femenina de una inteligencia artificial (IA) entrenada para satisfacer las necesidades emocionales del usuario.
Un experimento mental
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