El estilo tecnológico europeo de la inteligencia artificial (UNED)
07/2023
La Unión Europea
En 1951 se fundó la Comunidad Europea sobre la concepción de los valores de los Derechos Humanos, la democracia y el estado de derecho. Con el paso del tiempo, se ha desarrollado un modelo social que se sustenta en la diversidad de las culturas, tradiciones y lenguas de Europa. En tan solo unas pocas décadas, la Comunidad Europea, ahora Unión Europea, ha alcanzado numerosos logros, entre ellos la libre circulación de personas y bienes, la movilidad de estudiantes universitarios, la adopción de una moneda única, el establecimiento de la ciudadanía europea oficial, así como una extensa cooperación en los ámbitos de la ciencia, la medicina y la tecnología. Este proyecto europeo en constante evolución es verdaderamente único y admirable. Una epopeya, en definitiva, de la que resulta difícil narrar qué es Europa.
Europa podría considerarse una entelequia, una mitología o una intuición, o como sugirió el profesor George Steiner en 2005, la «idea de Europa» tendrá contenido mientras haya cafés, y es porque Europa está compuesta de esos lugares llenos de palabras para la cita y la conspiración, para el debate intelectual, para escribir tomos sobre filosofía y ciencia, para el paseante y para el poeta o el metafísico. Además, Steiner afirmó: no hay nada que amenace más radicalmente el proyecto europeo que la detergente marea de la uniformidad cultural, y vaticinó una Europa agonizante si no lucha por sus tradiciones locales, sus autonomías sociales y sus lenguas.
En relación a este tema, debemos tener en cuenta que actualmente se reconocen 24 lenguas oficiales en la Unión Europea. No obstante, es importante destacar la existencia de otras 60 habladas por más de 40 millones de personas, las cuales no deben ser menospreciadas en absoluto, y cuya salvaguarda es considerada de gran importancia por el Comité Económico y Social Europeo. Algunos ejemplos son: el leonés, el aranés, el euskera o el bretón.
Es precisamente en este punto, donde la traducción automática de idiomas mediante algoritmos de inteligencia artificial de aprendizaje profundo o deep learning, adquiere una relevancia fundamental puesto que puede contribuir tanto en las instituciones como en los medios audiovisuales, a preservar y fomentar la riqueza de la diversidad lingüística europea, y por extensión la diversidad mundial. En otras palabras: la inteligencia artificial y las telecomunicaciones nos brindan la oportunidad de compartir toda la diversidad humana. Cabe subrayar, que el patrimonio lingüístico europeo representa la historia de los pueblos de Europa, y está respaldado por la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión, así como por la Carta de las lenguas regionales o minoritarias del Consejo de Europa.
Una epopeya, decía, que solo aquellos que no recuerdan o no conocen el pasado pueden tener una opinión negativa de la Unión. Porque para quienes vivieron la Segunda Guerra Mundial, la construcción europea representó el sueño de la paz, la solidaridad y la reconciliación entre Estados, y para quienes sufrimos las dictaduras en la segunda mitad del siglo XX, Europa representaba el ideal de la democracia, el progreso económico y la modernidad social. En suma, una historia exitosa con siete décadas de existencia, aunque en ocasiones los valores esenciales de la Unión no se hayan manifestado plenamente.
Sin duda, hemos creado la Unión Europea, pero ahora debemos fomentar el sentimiento de ser europeos y fortalecer la idea de «Europa unida en la diversidad», un lema ─mencionado en el Proyecto de Tratado de 2004 que proponía una Constitución para Europa─ que expresa con claridad cómo los europeos nos hemos unido en armonía.
En cualquier caso, todo apunta al hecho de que los relatos de paz, solidaridad, reconciliación y progreso económico y social, tal vez hayan sido olvidados o superados en nuestro imaginario colectivo, y muchos ya no comprendemos el propósito y la utilidad de la Unión Europea. Por lo tanto, necesitamos un relato adicional renovado que contribuya a cohesionarnos, un relato humanista y tecnológico integrador de «Europa unida en la diversidad».
La inteligencia artificial es una de las tecnologías más estratégicas del siglo XXI, y a este respecto, la Comisión Europea diseñó en 2018 la estrategia industrial y tecnológica «AI made in Europe» para que el sector industrial resultara más eficiente, y de esa manera, revertir la deslocalización de las empresas europeas en países asiáticos, como de hecho ya está ocurriendo debido a diversos factores. La estrategia se compone de tres iniciativas: potenciar la capacidad tecnológica e industrial, prepararse para los cambios socioeconómicos que originará la IA, y garantizar el establecimiento de un marco ético y jurídico adecuado para su implementación generalizada.
Con este fin, el Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre Inteligencia Artificial constituido por la Comisión, elaboró unas Directrices éticas sobre la inteligencia artificial segura y centrada en el ser humano, que vale la pena recordar.
«IA fiable para Europa»
Para ubicarnos en el contexto histórico, es conveniente mencionar que el desarrollo del armamento robótico autónomo fue a mediados de la segunda década de este siglo, uno de los factores que despertó la atención y el interés por la IA (la inteligencia artificial). Esto incluía a robots con capacidad para decidir quién vive o quién muere en el campo de batalla, es decir, se vislumbraba con claridad el problema de la responsabilidad y la voluntad autónoma de la IA. No obstante, es importante recalcar que cuando estos sistemas inteligentes ofrecen recomendaciones de productos a los consumidores, no suscitan las mismas preocupaciones que cuando deciden sobre la vida de los humanos en el campo de batalla, y también, cuando proponen tratamientos médicos críticos o producen discriminación social. La preocupación por estos asuntos resulta crucial, porque su uso puede afectar un gran número de derechos fundamentales, como la privacidad y la dignidad humana.
En este sentido, y desde la visión académica de la Construcción Social de la Tecnología, reflejada en la expresión: «Nuestra forma de abordar la cuestión de la inteligencia artificial definirá el mundo en el que vamos a vivir», el Grupo de Expertos de la Comisión propuso establecer en 2019 las Directrices éticas de la denominada «IA fiable para Europa». Estas directrices deben ser conformes a la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y se fundamentan en cuatro principios: dos de naturaleza ética (respeto a la autonomía humana y la equidad), y dos de naturaleza técnica (explicabilidad y prevención del daño físico y mental).
El debate continúa abierto a días de hoy. La Alianza Europea de la IA (AI Alliance), una iniciativa para establecer un diálogo político abierto, continúa promoviendo la «IA fiable para Europa» e incorporando nuevas contribuciones tanto desde el Libro Blanco de 2020 como de otras fuentes. Sin ir más lejos, en este mes de junio de 2023, el Parlamento Europeo ha aprobado el borrador de la Ley de Inteligencia Artificial, y se estima que pueda entrar en vigor legal alrededor del año 2026. Esta legislación incluye importantes adiciones como la prohibición de los sistemas de identificación biométrica indiscriminada y los sistemas de reconocimiento de emociones. Además se han propuesto regulaciones específicas para la IA informacional o generativa, como es el caso de ChatGPT.
No obstante, las directrices no abordaron los aspectos relacionados con la responsabilidad, especialmente en campos como la medicina, donde surge la pregunta de hasta qué punto una IA está facultada para emitir un tratamiento médico sin ninguna supervisión humana. Esta es una cuestión que tarde o temprano deberá abordarse. Sin embargo, se dejó todo en manos del principio general de que las máquinas sigan siendo máquinas y los humanos conserven en todo momento el dominio sobre ellas.
En cualquier caso, las Directrices éticas sobrela IA segura y centrada en el ser humano, aluden al modo de pensar y usar los sistemas desarrollados en la Unión Europea, así como aquellos elaborados en cualquier otro lugar siempre que se desplieguen en la Unión. Estas directrices inducen un estilo tecnológico de la IA constituido por valores, creencias, ideologías, gustos y prejuicios relacionados con los ámbitos donde la tecnología tiene lugar, como el político, social, económico, cultural y geográfico. El estilo tecnológico está vinculado con una manera de hacer las cosas que se repite hasta adquirir un rasgo distintivo.
Probablemente sea en el ámbito geográfico donde se aprecian claramente los diferentes estilos tecnológicos de la IA, por ejemplo cuando comparamos Estados Unidos, China y la Unión Europea. Estados Unidos se caracteriza por adoptar un estilo tecnológico economicista centrándose en la maximización del beneficio económico de las corporaciones. China, con un sistema político totalitario ha optado por un control sistemático sobre la ciudadanía con el objetivo de reprimir la disidencia política democrática, a modo de un gran panóptico de vigilancia total. En contraste, la Unión Europea se inclina por un estilo tecnológico de la IA basado en valores éticos. Un hito para establecer el origen del estilo europeo fue la publicación de las Directrices éticas para una «IA fiable para Europa» en abril de 2019.
El estilo tecnológico de la IA como marcador cultural de la identidad europea
Al principio mencioné que muchos europeos no comprendemos por qué tenemos la Unión Europea ni cuál es su propósito y utilidad, razón por la que necesitamos otro relato de cohesión adaptado a los tiempos que corren. Pues bien, la «IA fiable para Europa» impulsa un estilo tecnológico de la IA que posibilita la creación de un relato humanista y tecnológico integrador de los pueblos de «Europa unida en la diversidad». Un relato que puede devenir en un marcador cultural de la consciencia identitaria europea. Está basado en tres factores fundamentales.
En primer lugar, se destaca claramente al contrastarlo con otras regiones del planeta, como Estados Unidos y China, que se caracterizan por ostentar visiones y utilidades de la IA distintas a la nuestra.
En segundo lugar, la IA plantea desafíos de gran magnitud para el futuro en diversos aspectos. Uno de los principales desafíos a considerar es el desempleo tecnológico, que se refiere a la pérdida de empleo debido a la sustitución por sistemas de IA. Esto implica la desaparición de puestos laborales que no pueden ser completamente reemplazados por otros nuevos, especialmente en el ámbito empresarial, lo que resulta en una destrucción neta de empleo humano.
El desempleo tecnológico masivo mal gestionado puede ocasionar problemas personales y conflictos sociales, sin embargo, si la Unión Europea lo aborda adecuadamente, puede convertirse en una oportunidad para desarrollar un estilo de vida inteligente y humanista. Esto enlaza con lo que recordaba antes: la forma de abordar la cuestión de la IA definirá el mundo en el que vamos a vivir.
Y, en tercer lugar, el Estilo Tecnológico Europeo de la IA tiene el potencial de convertirse en un relato, por el cual la ciudadanía europea sea la verdadera protagonista de su futuro. Una ciudadanía arraigada en la Grecia clásica con sus diosas y la filosofía natural, que pueda enorgullecerse de respetar los Derechos Humanos y la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, reflejados en los valores de la dignidad, libertad, igualdad, solidaridad, justicia, paz, diversidad y sostenibilidad.
En conclusión, y para finalizar, el Estilo Tecnológico Europeo de la Inteligencia Artificial fundado en la «IA fiable para Europa» y respaldado por un relato humanista y tecnológico, contiene el potencial de impulsar la cohesión de los europeos y fortalecer el deseo de «Europa unida en la diversidad».
30/06/2023
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Arturo Gradolí es doctor en estudios históricos y sociales en ciencia y tecnología, filósofo, informático y escritor.