Neurofilosofía

neurofilosofia

Neurofilosofía

Tambien puede usar
las teclas del teclado
y
para navegar

EUROPA SE HACE EN LAS CRISIS – Jean Monnet

05/2023

El presente estudio se adentra en la historia de la Comunidad Europea desde su fundación tras la devastación de la II Guerra Mundial hasta nuestros días. Se repasan sus orígenes, las narrativas éticas y políticas y los progresos logrados, así como las dificultades que surgieron sobre sus planteamientos constitutivos que dieron lugar a una crisis existencial y de identidad, y en consecuencia, a una necesidad de crear nuevos relatos que promovieran su integración y desarrollo.

La cuestión que se plantea a menudo remite a qué es Europa y adónde vamos la ciudadanía europea, y en este sentido parece conveniente hilar una nueva narrativa basada en las normas jurídicas y los valores éticos de la Unión Europea que la impulse de nuevo con fuerza al futuro. ¿Qué tipo de narrativa podría crear un nuevo imaginario colectivo de «Más Europa» unida en la diversidad? ¿Podría ser una narrativa tecnológica basada en la inteligencia artificial (IA), la robótica autónoma (RA) i el big data (BD)?

(Expondremos a continuación algunos fragmentos del capítulo XII de nuestro libro referenciado más abajo)

La Comunidad Europea se fundó sobre la concepción de la reconciliación entre Estados, la geopolítica, la solidaridad, la diversidad de culturas y de lenguas, y con los valores de la democracia y de los Derechos Humanos (cierto es que a veces laxos en la práctica). En cualquier caso, un modelo de naturaleza ética y política que, junto con la libre circulación de personas, la moneda única, los programas Erasmus, la ciudadanía europea compartida y la extensa cooperación científica y tecnológica, parece haber estado en parte superada en el imaginario colectivo de los europeos.

Todo apunta, entonces, al hecho que el relato político compartido que sostuvo un proyecto de integración de la Europa Occidental desde el final de la II Guerra Mundial habría desaparecido. Ahora, la mayoría de los europeos no sabemos de dónde venimos y tampoco compartimos una idea de hacia dónde queremos ir juntos. No comprendemos por qué tenemos una Unión Europea ni para que sirve. Si acaso, en las crisis.

Y esto nos llevó a preguntarnos: Qué tipo de narrativa podría crear un nuevo imaginario colectivo de «Más Europa». Pues bien, la estrategia industrial y tecnológica «IA made in Europe», más allá de considerar la Inteligencia Artificial como una tecnología estratégica y aspirar a configurarla de una forma ética, segura y centrada en el ser humano, constituye una narrativa tecnológica y humanista que ambiciona impulsar la integración de Europa. Un relato que tiene que ver con una forma de hacer las cosas, es decir, con un estilo tecnológico digital avanzado. En definitiva, una apuesta tecnológica para impulsar el deseo de «Más Europa» unida en la diversidad.

Algunos autores han apuntado que tras la firma del Tratado de la Unión Europea[1] en 1992, se inició un proceso de desapego hacia la Europa oficial. Un desinterés intelectual y ciudadano que acabó traduciéndose años después en la desaparición del consenso que hasta el momento había caracterizado al proyecto europeo (Habermas, 2009). Con el paulatino abandono de las ideas que sugerían el nacimiento de una Europa occidental como representación de los valores de paz, solidaridad, reconciliación y democratización, hasta entonces presentes en el imaginario colectivo, las nuevas generaciones quedaron huérfanas de un relato que explicase el origen y el futuro de Europa. En esta línea de reflexión, si la Unión Europea quiere sobrevivir, necesita de una nueva narración, por lo que se hace necesario hilar una historia que nos explique de dónde venimos y sobre todo adónde vamos los europeos.

El hecho es que desde la última década del siglo pasado el proyecto europeo sufrió importantes reveses en sus planteamientos constitutivos. En efecto, la falta de empatía colectiva entre europeos indicaba que algo iba mal respecto de la Unión, y así lo atestiguan los fracasos (no por amplios márgenes) de los referéndums de Dinamarca de 1992 para la ratificación del Tratado de la Unión Europea (Tratado de Maastricht); de Francia y Los Países Bajos en 2005 de ratificación del tratado que pretendía establecer una Constitución para Europa[2] (PE, 2004); de Irlanda en 2008 de ratificación del Tratado de Lisboa; y del Reino Unido en 2016 sobre la permanencia en la UE. Las razones son múltiples y variadas.

Siguiendo esta línea de razonamiento, para el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman (2006), la estructura de la Europa política resultaba para la ciudadanía demasiado lejana y abstracta. Para Bauman, el problema era que muy pocos piensan primero en sí mismos como europeos. Es más, los europeos son «tal vez la única gente que […] carece de identidad; una identidad fija, o una identidad considerada y tenida por fija» (Bauman, 2006 pág. 26). Por su parte, el historiador Timothy Garton Ash (2011), manifestaba que Europa había perdido su argumento y ya no sabía qué narrativa contar. Todo apunta, pues, a que el relato político compartido que sostuvo un proyecto de integración de la Europa Occidental desde el final de la II Guerra Mundial se habría desmoronado. Ahora, la mayoría de los europeos apenas sabemos de dónde venimos y tampoco compartimos una idea de hacia dónde queremos ir juntos. No comprendemos por qué tenemos una Unión Europea ni para qué sirve.

En esta línea argumental y dentro de fenómeno secesionista del Brexit[3], el expresidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ante el Parlamento Europeo el 14 de septiembre de 2016, manifestó que la UE atravesaba en buena parte una crisis existencial. Juncker diagnosticó que jamás había visto tanta fragmentación y pocas cosas en común, y señaló que estábamos en un momento crítico de la historia de Europa (Euronews, 2016a). Asimismo, el expresidente francés François Hollande, declaraba al día siguiente que ésta no era una crisis más, sino que podía ser la crisis de la existencia de la propia Unión, de sus fundamentos constitutivos (Euronews, 2016b). Sin embargo, la cancillera alemana Angela Merkel se reafirmó junto a Hollande, que la UE estaba determinada a reaccionar unida frente a sus debilidades. Ramón Jáuregui (2017) sostenía que nunca antes, en la larga y compleja historia de la Unión habíamos mirado al vacío con tanta proximidad. En sus elucubraciones remarcó que tenemos que fortalecer la narración europeísta con unos objetivos y desafíos que la integren, y rememoraba unas palabras de las Mémoires de Jean Monnet, uno de los fundadores de la Comunidad Europea: «SIEMPRE PENSÉ QUE EUROPA SE HARÍA EN LAS CRISIS, Y QUE SERÍA LA SUMA DE LAS SOLUCIONES QUE APORTARÍAMOS A ESTAS CRISIS» (Monnet, 1976 pág. 448). Por decirlo en otras palabras: «Europa unida en las adversidades».

En este sentido, baste con recordar no solo la crisis provocada por la pandemia del Covid, sino también la crisis económica del 2008 que echó por tierra años de progreso socioeconómico y expuesto a debilidades estructurales a la economía social de mercado europea que, no obstante, propició el nuevo principio del año 2010 con la Estrategia Europa 2020 y la Agenda Digital para Europa, visto con anterioridad en el libro. Fueron unas decisiones de la Comisión Europea que iniciaron lo que podríamos considerar la fase de desarrollo del Sistema Tecnológico de gran escala de la inteligencia artificial, la robótica autónoma y el big data, que acreditaremos más adelante.

Aun así, la Unión Europea se ha convertido en las últimas décadas no solo en el bloque comercial más grande del mundo con una de las monedas más utilizadas, sino en la más avanzada democracia que la historia haya conocido, y absolutamente superior a cualquier alianza de estados en cualquier lugar del planeta. Décadas en paz y libertad desarrollando una economía social de mercado con el más avanzado sistema de protección social, y la más formidable unión política de la diversidad de historias europeas con idiomas y culturas diferentes.

No obstante, Europa necesita una narrativa integradora basada en un estilo tecnológico digital propio. ¿Podría una narrativa basada en un Sistema Tecnológico Europeo Digital Avanzado estimular la cohesión europea?

Sinopsis libro

En eBook y papel está disponible pinchando aquí.

Arturo Gradolí es doctor en estudios históricos y sociales en ciencia y tecnología, filósofo, informático y escritor.


[1] El Tratado de la Unión Europea también conocido como Tratado de Maastricht, convirtió las Comunidades Europeas CECA y CEE en Comunidad Europea -CE- (véase Anexo F), con dos ámbitos de cooperación adicionales: la Política Exterior y de Seguridad Común, y el ámbito de Justicia y Asuntos de Interior. El Tratado sentó las bases de la unión económica y monetaria (euro) y reforzó las competencias del Parlamento Europeo (PE, 2020).

[2] El referéndum en España celebrado en 2005 resultó favorable a la ratificación del Tratado.

[3] En el referéndum del Brexit del 23 junio de 2016, el 51,9% de los británicos votaron salir de la UE (Electoral Commission, 2020), si bien es cierto, que las causas del desapego pueden ser específicas y diferentes a la de los países del continente. Para algunos autores, el Brexit es un problema de interpretación histórica. Su argumento reside en que las causas más profundas son específicas al Reino Unido y deben buscarse en cómo se ha construido un imaginario colectivo antieuropeo a lo largo de más de dos décadas a partir de resortes culturales aún más antiguos del nacionalismo inglés (Guirao, et al., 2019).