La ciencia médica digital
11/2021
Imaginemos por un momento escuchar, Soy la Doctora Robot. ¿En qué puedo ayudarle? Esta conversación nos introduce en el problema de la responsabilidad de las máquinas inteligentes y en la cuestión de hasta qué punto un robot está facultado para emitir un tratamiento médico o baja laboral a un paciente sin supervisión humana. En este escenario las cosas se complican cuando los robots o los softbots pueden estar equipados con capacidades de aprendizaje adaptativas y dinámicas que les dan un cierto grado de imprevisibilidad en su comportamiento autónomo. Pues bien, por el momento debe aplicarse el principio general antropocéntrico de que las máquinas siguen siendo máquinas y los humanos conservan en todo momento el dominio sobre ellas.
El asunto es que un robot autónomo puede aprender por sí mismo de sus experiencias sociales y digitales como un humano, y por consiguiente, podría reaccionar de un modo propio e imprevisible análogamente a como ocurre en los humanos. Pudiera suceder, pues, que dos robots idénticos y entrenados de la misma manera, transcurrido un cierto tiempo interactuando cada uno de ellos con los mismos o distintos pacientes, tomasen decisiones diferentes respecto a un mismo acto médico. En definitiva, ¿quién es el responsable legal sobre los posibles errores de la Doctora Robot cuando diagnostica incorrectamente una enfermedad o emite un tratamiento médico quizá fatal?
En cualquier caso, la IA parece estar desplazándose de la ciencia ficción a la realidad palpable, y aunque no es presumible que reemplace a los profesionales de la sanidad en el corto plazo, ya tienen y tendrán muchos usos en la atención sanitaria relacionada tanto con la atención, la cirugía robótica, la telemedicina y la geriátrica, como en diagnósticos y tratamientos médicos. En ese sentido, el Parlamento Europeo observa que la Inteligencia Artificial, la Robótica Autónoma y el Big Data tiene el potencial de reducir los gastos sanitarios y de proporcionar importantes beneficios sociales, económicos y tecnocientíficos para la asistencia sanitaria, y así lo contempla en el Programa Marco Horizonte Europa que abarcará de 2021 a 2027.
Lo cierto es que con los fondos destinados a la I+D, parece ser que la Unión Europea está en el camino de conseguir una ciencia médica digital líder, y también, un sector industrial inteligente, innovador y sostenible, tal y como veremos en otra ocasión.
Arturo Gradolí es doctor en estudios históricos y sociales en ciencia y tecnología, filósofo, informático y escritor.
