Las Revoluciones Industriales y el desempleo tecnológico
02/2019
Existe un amplio consenso en afirmar que nos encontramos en la cuarta Revolución Industrial. Según Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial, en los albores de esta cuarta Revolución parece ser que se están creando menos puestos de trabajo en nuevas ocupaciones que en las revoluciones industriales anteriores. Para situarnos en el contexto vamos a hacer un breve recordatorio histórico.
Las revoluciones industriales comenzaron a mediados del siglo XVIII y marcaron la transición de la fuerza humana y de los animales a la fuerza y energía de las máquinas.
La primera Revolución Industrial se desarrolló aproximadamente entre algo más de la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, es decir, a lo largo de casi un siglo. Los telares en Gran Bretaña, la máquina de vapor y el despliegue del ferrocarril marcaron el comienzo de la producción y distribución mecánica.
La segunda que abarcó entre finales del siglo XIX y primer cuarto del XX, hizo posible la producción en masa de bienes de consumo. La electricidad, el cine, el teléfono y las tecnologías de transporte en coches, camiones y aeroplanos favorecieron un gran crecimiento de la economía. ¿Podríamos imaginar el mundo actual sin estas invenciones de hace tan solo un siglo?
La tercera Revolución Industrial se desarrolló desde la década de 1960 hasta finales del siglo XX con la irrupción de Internet. En ella también se inventó la tecnología de los semiconductores, los grandes ordenadores o mainframes, los robots industriales y la informática personal, por lo que todo invita a denominar también a este periodo como la primera Revolución Digital.
Actualmente estamos en los albores de la denominada cuarta Revolución Industrial (o también segunda Revolución Digital) que podríamos referenciarla desde principios de este siglo XXI. Se caracteriza, entre otros, por un Internet más ubicuo y móvil, por sensores muy pequeños que permiten conectar las cosas (IoT), por la Inteligencia Artificial, el Big Data, los vehículos autónomos, la impresión 3D, la realidad virtual, la realidad aumentada, la visión artificial, y la robótica autónoma avanzada. Todas esas realidades y tendencias tecnológicas nos abocan a la Economía Digital: drones comerciales, salud digital, educación digital, producción totalmente automatizada en las fábricas inteligentes (Smart Factory) de la Industria 4.0, entre muchos otras.
No obstante, hay que recordar que se da una gran polarización tecnológica global puesto que más de mil millones de personas todavía no han experimentado la segunda Revolución Industrial a día de hoy: ni siquiera disponen de electricidad.
Retomando el razonamiento de Schwab, hay que añadir que un reciente censo económico estadounidense corrobora una estrecha relación entre tecnología y desempleo tecnológico en los primeros compases de la cuarta Revolución Industrial, pues, demuestra que las innovaciones tecnológicas disruptivas tienden a aumentar la productividad mediante la sustitución de trabajadores existentes en lugar de crear nuevos productos que necesiten más mano de obra para ser producidos.
El desempleo tecnológico ─término acuñado por J.M. Keynes en la década de los años 30 del siglo pasado─ es la pérdida de empleos laborales al ser sustituidos por tecnología, de manera que, esos empleos perdidos no son reemplazados al ritmo que se crean otros nuevos, y, en consecuencia, ese proceso tecnológico ocasiona una destrucción neta de trabajo humano.
Hay una corriente de opinión que apoya la tesis de que el desempleo tecnológico aumentará significativamente en las próximas décadas. De hecho, en 2013, un estudio de la Universidad de Oxford analizó 702 trabajos y llegó a la conclusión de que un 47% de las profesiones en EEUU está en alto riesgo de ser realizadas por la Inteligencia Artificial y la robótica autónoma en las dos próximas décadas. Por su lado, en enero de 2016, el Foro Económico Mundial en Davos, alertó de que en los próximos cinco años se perderán 7,1 millones de empleos en los países más desarrollados debido a las nuevas tecnologías, y se crearán dos millones de nuevos puestos en especialidades como informática, matemáticas e ingeniería; es decir, se producirá un desempleo tecnológico de cinco millones de personas. Por último, en mayo de 2016, la Comisión de Asuntos sobre normas de Derecho Civil sobre robótica de la UE alertó de que el despliegue de la IA puede provocar un gran desempleo tecnológico.
Sin embargo, hay otra corriente de opinión que estima lo contrario. Por ejemplo, Juan López Belmonte, presidente de la Comisión de I+D+i de la CEOE, afirmó en 2016 que: “Equiparar la automatización a una destrucción de puestos de trabajo es un error”.
En definitiva, ya se verá.
@ArturoGradolí Informàtic, Filòsof i Màster en Història de la Ciència i en Comunicació Científica (UPV-UV). Doctorand.
9-2-2019