Hace 2600 años, en Mileto, el mitos también era logos.
09/2016
El mitos también era logos.
Hace unos 2600 años, en Mileto, una antigua polis de la costa occidental de Asia Menor, la actual Turquía, vivía un matemático y filósofo llamado Tales.
Quizás se encontraba en un lugar paradisíaco, junto a un riachuelo de aguas transparentes de donde manaba un agua muy fría desde la base de un olivo milenario. Un manantial posiblemente consagrado a alguna ninfa del Olimpo. Se le hizo casi de noche con sus ensoñaciones, y mientras observaba el firmamento, le vinieron a la mente unas preguntas, unas cuestiones que lo cambiarían todo: ¿Por qué Venus, la diosa Afrodita, siempre se observa al alba y al atardecer? ¿Por qué el Sol sale siempre por el oriente?
Por aquellos tiempos, tanto los griegos como las civilizaciones babilónica y egipcia, creían que los fenómenos naturales como los truenos o el movimiento de los astros se debían a maniobras de los dioses, los cuales tenían una influencia directa en la vida de los humanos. A esas creencias argumentadas en seres sobrenaturales buenos y malos, lo denominamos pensamiento mitológico.
¡Acaso!, se preguntó Tales, !que en lugar de que los dioses manejen el cosmos a su antojo y capricho, ¿pudiera ser que existan leyes naturales al margen de esos dioses que regulen los movimientos de los astros, y podamos descubrirlas?!
¡Acaso, los dioses o demonios no sean el verdadero origen de la salud y las enfermedades!
¡Acaso, las malas o buenas cosechas de los campos nada tengan a ver con los caprichos de las divinidades del Olimpo o del Inframundo!
¡Acaso, los rayos atronadores que lanza Zeus contra la tierra y el mar, pudieran tener alguna explicación natural!
Y tal y tal…
Las dudas de Tales fueron el origen del estilo de pensamiento filosófico naturalista, esto es, argumentar sobre causas naturales en lugar de hacerlo sobre causas sobrenaturales. Y de esta manera, el estilo de pensamiento mitológico-religioso convivió con el nuevo estilo de pensamiento filosófico naturalista inventado por Tales de Mileto. Estilo de pensar que abrió las puertas de par en par al estilo de pensamiento científico, es decir, al estudio de los fenómenos naturales y las relaciones humanas pero sin argumentos ni finalidades místicas, sino estrictamente científicas.
Tales especuló con que el origen del cosmos (un todo bien ordenado y organizado) fuera algo material, y formuló la hipótesis de que el agua era ese elemento primordial. Ese razonamiento hipotético fue transgresor en aquella época. El agua, al ser un elemento natural tiene la posibilidad de ser estudiado empíricamente y, por lo tanto, la hipótesis del agua como elemento primero de todo, podría ser demostrada científicamente como correcta o como falsa. Cosa que no ocurre cuando se estudian entes sobrenaturales o se atribuyen causas místicas a los fenómenos naturales, porque son imposibles de estudiar científicamente.
En definitiva, Tales de Mileto fue un revolucionario que vivió en una época donde imperaba la razón mitológica. Tales fue un sabio que representa de alguna manera a todos los anteriores estudiosos y eruditos babilonios, egipcios, indios y chinos que probablemente, y en algún instante de sus vidas, habrían considerado las mismas cuestiones que le surgieron a nuestro filósofo y matemático. Porque aquellos intelectuales, hacía siglos que estaban haciendo ciencia a pesar de su estilo mitológico de razonamiento; porque estaban midiendo y registrando datos de las atentas observaciones a los astros para hacer predicciones; porque estaban desarrollando técnicas matemáticas y geométricas; porque estaban haciendo prognosis en medicina y porque estaban desarrollando hipótesis basadas en causas naturales.
En mi opinión, y aprovechando la breve storytelling anterior, diré que, la conocida frase que identifica a la Filosofía: “paso del mitos al logos”, o también, «del mito a la razón«, es decir, el paso del mitos (pensamiento mítico-religioso) al logos (pensamiento argumentado racional), es desafortunada. Un error conceptual, porque en primer lugar, no fue una paso que dejara algo atrás, sino un sumar otro estilo racional de argumentar al que ya existía, y en segundo lugar, porque significaría que el razonamiento mítico, sería pues, un «razonamiento irracional», no argumentado, irreflexivo o un sinrazón. Craso error intelectual que tiene influencias importantes sobre la percepción de la ciencia en las civilizaciones antiguas que todavía hoy día tienen muchos científicos y filósofos. Esto es debido a la línea de pensamiento que dominó los primeros intentos de redactar una historia de las ciencias a mediados del siglo XIX, un siglo antes de que se extendiera el debate en torno al mundo de lo irracional en el ámbito de la psicología, la filosofía y la antropología.
Es tal como si el pensamiento racional significara pensamiento lógico y verdadero simplemente porque proviene de la razón, suscita la frase. Pero el mitos, ya solamente por ser un razonamiento es racional, porque lo no racional o irreflexivo, esto es, lo irracional, se refiere a los instintos, los sentimientos y las emociones, y no a cualquier tipo de argumentación por mucho que nos guste o disguste. Porque, ¿diríamos entonces atendiendo al sentido filosófico del «paso del mitos al logos», que la antigua astrología, astronomía y medicina babilónica, egipcia o griega eran conocimientos irreflexivos, sinrazón o irracionales? Por supuesto que no, porque una vez aceptada una suposición, conjetura o hipótesis, aunque sea falsa, todo lo que se construye a partir ella es inevitablemente racional. Algunos planteamientos eran erróneos, pero todos eran racionales, y por lo tanto, razonables en su contexto histórico: el mitos también era logos.
Actualmente, los estilos de pensamiento filosófico, religioso y científico siguen conviviendo en nuestro planeta.
Arturo Gradolí. Informàtic, Filòsof i Màster en Història i Comunicació de la Ciència (UPV-UV)
Setembre 2016