Neurofilosofía

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El presente y el futuro de la inteligencia artificial. Joves empresaris d’Alaquàs.

05/2025

Arturo Gradolí 21-5-2025

1. Introducción a la inteligencia artificial

La concepción moderna de la IA (inteligencia artificial) se remonta a cuando el matemático y filósofo británico Alan Turing, publicó en 1950 los papeles filosóficos sobre la IA. Turing nos dejó un par de aportes fundamentales: una pregunta y una intuición.

La pregunta: ¿pueden pensar las máquinas? Una cuestión filosófica que abría el debate sobre la conciencia de la IA.

La intuición: las máquinas pueden aprender por sí mismas. Una reflexión que desembocó en el concepto actual de inteligencia artificial por aprendizaje automático de las máquinas o machine learning.

El aprendizaje automático utiliza algoritmos informáticos fundamentados en modelos matemáticos. Estos algoritmos son capaces de aprender y mejorar su rendimiento a partir de la experiencia, utilizando cuatro enfoques principales: aprendizaje supervisado, no supervisado, por refuerzo y aprendizaje profundo.

El aprendizaje supervisado sirve, entre otros, para que un algoritmo aprenda a reconocer animales. Ahora pensamos en los gatos. Al algoritmo se le muestra una gran cantidad de imágenes etiquetadas como gatos. Después de haberlas examinado, el algoritmo será capaz de reconocer a un gato y distinguirlo de cualquier otro animal, persona o cosa, al igual que haría un humano (reconocimiento de personas: sesgos éticos).

El aprendizaje no supervisado sirve, por ejemplo, para desentrañar tanto los patrones de comportamiento, como los gustos y preferencias de los consumidores, a partir de los rastros que dejamos en las redes sociales o en las plataformas comerciales. También los perfiles políticos de los votantes.

El aprendizaje reforzado sirve, a modo intuitivo, para entrenar a robots a subir y bajar escaleras. Es un aprendizaje dinámico porque el algoritmo aprende por prueba y error, al igual que cómo los niños aprenden a levantarse y caminar.

El aprendizaje profundo o deep learning sirve, por ejemplo, para realizar traducciones automáticas de lenguajes, o para generar contenidos de texto o imágenes como hace el ChatGPT. Es un método de aprendizaje para que los algoritmos aprendan de forma iterativa con su propia experiencia con los datos.

El ChatGPT es una aplicación englobada dentro del sistema técnico denominado IA generativa, pero tenemos otros tres sistemas técnicos que, para contextualizar, les comentaré brevemente:

1. El sistema informacional analiza grandes cantidades de datos, como los que se utilizan para analizar las redes sociales como Facebook, o los que detectan los diagnósticos de enfermedades de forma más precisa que los humanos.

2. El transaccional digitaliza modelos de negocio mediante plataformas digitales de transacciones (Amazon, Booking).

3. El operacional, que combina los datos con la automatización (fábricas inteligentes, conducción autónoma).

4. Por su parte, la IA generativa —con modelos como ChatGPT (OpenAI, EE UU), Le Chat (Mistral, Europa) o DeepSeek (China)— está diseñada para crear contenido original en múltiples formatos (texto, imagen, vídeo, música, etc.). Estos modelos se entrenan con grandes volúmenes de datos: libros, artículos, imágenes, vídeos y otros materiales disponibles en Internet.

Por ejemplo: si entrenamos una IA con miles de canciones, puede llegar a crear nuevas parecidas. Es decir, la IA generativa «se las inventa», basándose en todo lo aprendido antes. Otro ejemplo sería entrenar con información sobre el capital moral de una empresa, para ayudarla a gestionar mejor este recurso intangible.

ChatGPT es una aplicación desarrollada por la empresa norteamericana OpenAI, pero existen cientos de empresas que tienen sus propias aplicaciones, como Co-piloto de Microsoft u OpenGPT-X, que es un consorcio europeo, liderado por Alemania para promover la soberanía digital europea sobre todo en sectores con grandes requisitos de seguridad y regulación (rememora al consorcio aeronáutico Airbus).

A estas variedades de algoritmos entrenados se conocen como modelos de inteligencia artificial y se interactúa con ellos con PROMTS, que son instrucciones o preguntas en lenguaje humano, como : qué recomendarías a una empresa sobre el uso de la IA?

Una curiosidad: en ocasiones la IA generativa se inventa información falsa o inexacta, a este fenómeno se dice que la IA «alucina»: dice que una idea aparece en un libro… pero no existe, y puede ofrecer respuestas falsas o absurdas con un tono de certeza rotunda.

2. Expectativas de presente y de futuro

La máxima tecnológica de la Transformación Digital de las empresas que empezó a principios de siglo, fue la siguiente:

Cualquier trabajo que sea susceptible de ser digitalizado o automatizado, lo será, y las empresas que no estén dentro de esta tendencia global, simplemente desaparecerán(correo electrónico, webs, teléfonos inteligentes con APPs, redes sociales, la nube, educación digital, la traducción automática, e-commerce, etc.).

En la actualidad, este proceso de Transformación Digital se ha acelerado con la llegada de la IA generativa, que no sólo puede sustituir a tareas de carácter cognitivo básico, sino también aquellas que requieren competencias cognitivas de alto nivel. En este contexto, la IA adquiere especial relevancia para las empresas, porque ayuda a mejorar no sólo la productividad, sino también las relaciones con los clientes.

Por tanto, podemos afirmar que, salvo regirse por la intuición, la responsabilidad y los sentimientos —que son cosa de los humanos— la IA puede realizar prácticamente cualquier trabajo o trabajo.

En conclusión, la máxima tecnológica de hoy es la siguiente:

Las empresas que no se suben al carro de la inteligencia artificial, muy probablemente quedarán fuera del mercado a corto o medio plazo.

 

3. Casos prácticos

¿Qué recomendarías a la empresa x sobre el uso de la IA?

 

(otros temas tratados: desempleo tecnológico)

Ociosidat inteligente (metaverso intelligente)

Decía el filósofo y matemático Bertrand Russell allá por 1935 en su ensayo «Elogio de la Ociosidad», que un hombre que ha trabajado muchas horas a lo largo de toda la vida, se aburrirá si de pronto se encuentra ocioso, y también reflexionó acerca de las posibles repercusiones de este nuevo sistema de ocio generalizado. Merece la pena reproducir íntegramente su reflexión:

Las diversiones de los habitantes de las ciudades modernas tienden a ser cada vez más pasivas y colectivas, y a reducirse a la contemplación inactiva de las habilidosas actividades de otros. Sin duda, tales diversiones son mejores que ninguna, pero no son tan buenas como podrían serlo las de una población que tuviese, gracias a la educación, un campo más amplio de intereses intelectuales relacionados con el trabajo. Una mejor organización económica que permitiera a la humanidad beneficiarse de la productividad de las máquinas, conduciría a un gran aumento del tiempo libre, y el mucho tiempo libre tiende a ser tedioso excepto para aquellos que tienen considerables intereses y actividades inteligentes. (Russell, 2000 pp. 42-43).

Es decir, una Ociosidad Inteligente que enriquezca la intelectualidad, la emocionalidad, la diversidad y las relaciones humanas sería algo deseable y un gran logro de la Humanidad. Pues bien, estamos convencidos de que en aras del progreso humano, es deseable que la IA, con todas las precauciones técnicas, éticas y jurídicas que haya que tomar, acapare las tareas que no aportan ningún valor a las personas. En definitiva, la Inteligencia Artificial, con la Renta Básica Universal, la Ociosidad Inteligente y los Derechos Humanos, conforman las cuatro condiciones de posibilidad, para la emergencia del sistema social y económico «Humanista Tecno-Inteligente».

Ese «más vivir» una mejor vida en el «Humanismo Tecno-Inteligente» significaría que a la juventud habrá que enseñarla a vivir sin tener la obligación ni la necesidad de encontrar un empleo para poder subsistir, es decir, para «vivir más». Esto, evidentemente, hará variar los sistemas de aprendizaje continuo, los sistemas motivacionales y las materias a estudiar, las cuales deberán estar dirigidas a preparar a la ciudadanía más joven, y también más madura, para convivir en el futuro en un estado de ocio productivo permanente. Los estudios ininterrumpidos desde la niñez y a lo largo de toda la vida deberán motivar a una vida siempre activa y a fortalecer la curiosidad, así como a fomentar la cercanía con la naturaleza, el espíritu crítico, el vitalismo, la creatividad, el voluntariado y a cultivar múltiples campos del saber. Por ejemplo, humanidades, danza, música, historia de la ciencia, deportes, tecnología, responsabilidad personal y social, desarrollo sostenible y Derechos Humanos: dignidad, libertad, igualdad, solidaridad, justicia, paz y diversidad.

En suma, desde el dominio del fuego o la invención de la rueda, las innovaciones tecnológicas han incorporado mejoras en el bienestar de los humanos. De igual modo que las investigaciones e invenciones en campos de la medicina, la química o la física han propiciado importantes avances tecnológicos desde el siglo XIX, la inteligencia artificial nos ha adentrado en la Segunda Revolución Digital y la Era Cognitiva del siglo XXI, adquiriendo la misma importancia que los grandes interrogantes de la Ciencia.

Como cualquier gran innovación, se requerirá un tiempo de adaptación y transformación de las viejas estructuras, un periodo que puede conllevar cambios drásticos en la forma de concebir y asimilar lo nuevo. La posible irrupción de grandes bolsas de desempleo tecnológico como consecuencia de la pérdida de trabajo neto por el despliegue masivo de la inteligencia artificial, podría desestabilizar el sistema social, pero podría ser también, una gran oportunidad para impulsar cambios en las políticas que repercutan en interés del bien general.

Un impuesto a los robots autónomos o el otorgamiento de una renta básica universal, se perfilan actualmente como soluciones a un gran desempleo tecnológico. Ambas tienen ventajas e inconvenientes, y ambas podrían coexistir y complementarse. Sin embargo, la segunda opción me parece más plausible, porque considerando los actuales niveles tecnológicos, sociales y económicos de las sociedades más avanzadas, propiciaría un nuevo estilo de trabajo, de vida, y de relaciones sociales mucho más valioso para el ciudadano y la sociedad.

Cierto es que, la ociosidad, como estilo de vida de griegos y romanos —en general a costa del trabajo de los esclavos—, desarrolló las artes, la filosofía, la ciencia y la tecnología. Quizás en un futuro no muy lejano, con un sistema social y económico que denomino «Humanista Tecno-Inteligente», podrían despuntar y florecer nuevos inventos al servicio de toda la Humanidad. En definitiva, ya se verá.

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 Arturo Gradolí. Doctor en estudis històrics i socials en ciència, tecnologia, medicina i comunicació científica. Filòsof, informàtic i historiador.